Red Anti-Colonial: Colaboración internacional de investigación sobre colonialismo y sociedades contemporáneas
La Red Anticolonial, es una red internacional de investigación en estudios sobre colonialismo y sociedades contemporáneas, coordinada por el Dr. Patricio Lepe-Carrión, investigador del Núcleo en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de La Frontera, como una iniciativa del Proyecto Fondecyt Regular n°1211312, pero que funciona de manera autónoma y en relación con otros proyectos.
Hasta el momento, la Red cuenta entre sus integrantes a destacadas investigadoras e investigadores de distintas fronteras geográficas y disciplinarias. Desde países latinoamericanos como Argentina, México, Brasil, hasta países europeos y asiáticos como Bélgica, Italia y China. Y con importantes alianzas interinstitucionales: CIETP (Centro de Investigación y Estudios en Teoría Poscolonial) dependiente del Instituto de Estudios Críticos en Humanidades de la Universidad Nacional de Rosario; la Cátedra Abierta Paulo Freire que depende de la Universidad Nacional de Mar del Plata; y acá en Chile con el Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de La Frontera. Todo esto, por supuesto, en el marco de la adscripción del proyecto Fondecyt y la afiliación laboral de quien coordina la Red: el Núcleo de Ciencias Sociales y Humanidades (UFRO).
El objetivo central de la Red es situar políticamente las investigaciones teóricas que se producen desde las distintas plataformas transdiciplinarias de sus miembros, y converger en espacios de discusión e intercambios geopolíticamente relevantes para la comprensión y contribución a las luchas sociales que resisten al impacto del capitalismo global sobre los territorios y poblaciones que han sido históricamente racializadas.
“Estamos enfocados principalmente en pensar la configuración del orden global y geopolítico que se está dando en América Latina y eso plasmarlo en nuestras investigaciones”
resaltó el Dr. Patricio Lepe-Carrión.
Y sigue:
“[…] la experiencia colonial es un acontecimiento esencialmente violento, y que ha persistido en el tiempo hasta la fecha y de distintos modos, procesos y bajo distintas formas de relación asimétrica entre personas, países y civilizaciones.
Desde los estudios poscoloniales (y decoloniales), se asume por colonialismo, casi de manera transversal, aunque no se restringe, a aquellos procesos históricos como la conquista europea, el asentamiento y administración o control económico y militar sobre territorios africanos, asiáticos, y americanos. El término se ha usado para describir tanto los procesos imperiales del siglo XIX, como también, y principalmente, los acontecidos a partir del siglo XV en América, donde el genocidio, usurpación de riquezas y expansión religiosa o cultural, tuvo efectos determinantes para la actual configuración del orden mundial global.
Primero, el genocidio y usurpación, luego la instalación de instituciones administrativas e imposiciones de orden cultural y epistemológico. Todo, bajo el eje de distinción entre lo civilizado y lo bárbaro, sobre un nosotros y ellos, lo primitivo y moderno, o como escuchamos a diario acá en el sur de Chile, en relación con un modo de ser mapuche aceptable desde el Estado y gobiernos, de otro modo de ser que se estigmatiza como terrorismo, subversión, y radicalismo.
La religión, la educación, la lengua son algunas de las formas impositivas de producción de subjetividad, por las cuales ha circulado ese poder colonial que arrastra hasta el día de hoy los sedimentos que permiten nuevas formas de racialización, segregación y todo tipo de exclusiones.
Las disciplinas con pretensión cientificista, la literatura, la investigación en general, están expuestas también a este tipo de reverberaciones que implican un conocimiento sobre ‘lo indígena’, ‘lo tradicional’, ‘lo autóctono’, ‘lo intercultural’, que es codificado como ciencia social.
Hoy en día se habla de “colonialidad”, para diferenciarlo del término “colonialismo”, y para dar cuenta de las herencias coloniales que sobrevivieron al cese del coloniaje, este último entendido como el aspecto jurídico y administrativo del colonialismo. Sin embargo, dicha distinción -que yo mismo incluso- he utilizado en algunos trabajos, me parece que aún está en proceso de sedimentar en una conceptualización más precisa y de uso políticamente fructífero. Y por lo mismo, debe ser revisitado permanentemente, por el solo hecho de que su uso extremadamente culturalista, es decir, concentrado exclusivamente en problemas que pueden ser mitigados mediante ‘política pública’ (como la escolaridad, la pobreza, la lengua, etc.), tiende a atenuar los efectos que el colonialismo ha tenido en términos de “autonomía”, es decir, a problemas que suponen una discusión más detenida y convocante sobre asuntos más vitales que tienen que ver con soberanía y territorialidad.
Este último concepto es un eje central dentro de los temas que nuestra red ha prestado atención, justamente porque el concepto de territorio ha sido vaciado de sentido por la política convencional de varios países, asociándolo con otras nociones provenientes del partidismo político/electoral. Hoy se habla abiertamente de territorio como si se tratara de un distrito o circunscripción. O, por otro lado, ciertas vertientes intelectuales han sobredeterminado su significado como un asunto meramente representacional y simbólico, cuando desde las luchas anticoloniales el territorio no puede pensarse separadamente del dominio y control sobre la tierra, la soberanía, y la construcción conflictiva e inestable que hacemos de la identidad -y por supuesto-, de la propia idea de nación”.
Todos los registros del trabajo colaborativo y actividades afines que realiza la Red, se encuentran disponibles en sus diversas plataformas digitales como el sitio web (redanticolonial.com), redes sociales, o en el canal de Youtube (@redanticolonial).