Según experto el programa que ayuda a mejorar la calidad educativa de los establecimientos educacionales subvencionados, pierde su esencia excluyendo al grupo objetivo del proyecto: estudiantes de bajo rendimiento.
Por: Stephanie Douillard.
Llega fin de año y con eso los ajustes en los métodos de enseñanza por ley Subvención Escolar Preferencial (SEP);que lleva seis años en funcionamiento y que, a través de la entrega de recursos del Estado, busca mejorar la equidad y calidad educativa de los establecimientos educacionales subvencionados de nuestro país.
Si bien, desde que han implementado la ley, múltiples evaluaciones han mostrado una mejora de cinco puntos en lenguaje y cuatro puntos en matemáticas en la prueba nacional SIMCE, y que según Álvaro Hofflinger, Doctor en Políticas Públicas de la Universidad de la Frontera y Presentador del Ciclo organizado por el Centro de Justicia Educacional (CJE)“¿Son las escuelas mejores o sólo aprendieron a engañar al sistema?” que se llevará a cabo el próximo jueves 15 de noviembre en la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica, existe la posibilidad de que “algunas escuelas mejoren los aprendizajes, pero otras simplemente ‘inflan’ o mejoran artificialmente sus resultados en los tests”, declara.
Dos son los “grupos estratégicos” que según una investigación realizada por Hofflinger en conjunto conPaul von Hippel, doctor y profesor deUniversity of Texas at Austin,justificarían los datos previamente mencionados. Según el estudio, el “primer grupo” que consta en encontrar mejores métodos de enseñanza, gastar más tiempo preparando o haciendo clases, y dar más tareas con un mayor grado de complejidad, es para el Doctor de la Universidad de la Frontera el método más eficaz para que los estudiantes “aprendan, y con ello, aumenten sus rendimientos en las pruebas estandarizadas”, explica. Luego, el segundo grupo que según Hofflinger “permite aumentar los puntajes en los tests, sin mejorar objetivamente el aprendizaje de los estudiantes” y que “hacen aparecer” (las escuelas) mejor de lo que realmente son”, consiste en modificar los recursos, entrenar a los estudiantes en cómo responder tests, y hacer que el curriculum sea lo más cercano posible al material que aparece en las pruebas estandarizadas.
Según el experto, desde que se ha implementado la ley del Mineduc, los “estudiantes de bajo rendimiento” – esto es aquellos cuyo promedio de notas es menor a 5.0 – han aumentado “significativamente la probabilidad de no rendir las pruebas SIMCE”, manifiesta. Esta “exclusión” se debe a una estrategia llevada a cabo por las escuelas que “saben si estos estudiantes rinden el SIMCE, el promedio general de la escuela disminuye, entonces, es mejor que falten”, explica Doctor en Políticas Públicas, agregando que según los estudios realizados “alrededor del 20% de las escuelas clasificadas como ‘intermedias’, en realidad pertenencen a la categoría “insuficientes” en SIMCE de lenguaje y matemáticas”, garantiza.
Para Daniel Rodríguez, Director Ejecutivo de Acción Educar los puntajes del SIMCE “no son lo importante, sino la mejora en los aprendizajes”, por lo que hay que enfatizar en “invertir mayores recursos en los estudiantes más vulnerables” y elaborar “planes de mejora” que permitan “orientar a los establecimientos más desfavorecidos”, explica. A esto, Álvaro Hofflinger agrega que “la presión por mejorar” ha conllevado a que “las escuelas estigmaticen y excluyan a aquellos estudiantes que el programa pretendía ayudar, estudiantes de bajo rendimiento y de familias vulnerables”, y llama a los establecimientos escolares a ver “qué han hecho para aumentar sus puntajes en SIMCE”, y no enfocarse sólo en los puntajes, lo que puede resultar “engañador”, concluye.
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